Olivos que no terminan
ni por abajo ni por arriba,
rios que se ensanchan como la mar
y dichosos! Llegan a abrazarse a todas las orillas.
El cielo exhala con fuerza
y me trae con el viento, su aliento,
llevando hojas secas que con un último desaliento
se arrastran y me mueren por la tierra.
- Se está terminando el día - me dijo la tarde cayendo rápida
la noche
Pero me escapé y seguí caminando entre los olivos,
persiguiendo al sol del ocaso
por el campo andaluz.
por el campo andaluz.
Me preguntaba si podría engañar a la noche
y caminar por el campo hasta donde se termine la tierra
para eternar y vivir hasta la muerte
en esta tarde cálida y madura de otoño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario