viernes, 12 de abril de 2013
Martes de fantasmas
Partimos del típico tópico de que sólo una cadena como telahinco podría ofrecer una basura como aquella,
y más a aquellas horas de la noche. El programa en cuestión era un debate sobre lo paranormal.
El debate estaba moderado y presentado por Ana Rosa Quintana, así que en seguida me percaté
del asunto.
A su lado los expertos. Entre ellos un tipo que no habló en todo el programa, sólo miraba
muy excéntrico. Se pasó reclinado sobre su respaldo y con una mano en la barbilla los cinco minutos que pasé viendo aquello. Aquel viejecito tenía no se qué. No le dejaron hablar mucho, pero él tampoco metía baza.
Por otra parte, una mujer con una mandíbula horrible y descomunal
pero proporcionada con una frente muy pequeñita.
No me fijé en cómo se llamaba, pero era licenciada en farmacia y psicología. No se qué tiene que ver la farmacia con lo paranormal, pero lo importante era que en aquella mesa hubiese alguien del mundo de la ciencia que corroborase todo aquello. La mujer hablaba como muy ida todo el rato. De vez en cuando irrumpía por que sí. Creo que era la más experta.
Las palabras que salían de la tele no entraban límpidamente en mi cabeza.
Me dolía físicamente. No les importaba de qué hablar.
No importa mientras se mantenga el tema: espíritus y más espíritus.
A muchos televidentes no les suelen incomodar las conversaciones inconexas.
A otro lado estaba Iker Jiménez. A Iker sólo lo presentaron como 'Presentador de Cuarto Milenio'.
Cuando lo vea en casa se va a indignar, seguro.
Él es una eminencia en el mundo de lo paranormal. Empezó en la radio y todo, todo un pionero.
Las conversaciones eran de lo más típicas y peliagudas: la chica de la curva,
sombras que aparecían en mitad de la noche sin explicación... ojos que te miran a través del espejo...
tijeras que vuelan... todo explicado de una forma muy científica.
Ana Rosa se reía por lo bajo. Ella no es tan espiritual. Es más de gente que puede ver o
conocer. La verdad es que hacía un esfuerzo constante en no soltar una carcajada
en medio de aquel debate de tan alto criterio. Era todo muy científico. Muy serios ellos, los demás.
Muy convencidos...
Ana Rosa no.
Ella no es tan espiritual.
Se conoce que...
Había un chico que lo que hacía casi todos los domingos para desahogarse era ir caminando hasta un pueblo cercano por la carretera nacional cantando. Iba cantando óperas a pleno pulmón, óperas horribles que nunca eran escuchadas por nadie y que se perdían en la velocidad de los coches que pasaban. Cantaba y gritaba todo lo que quería y a veces más. Después cogía el autobús y llegaba a su casa muy tranquilo y con buen humor, tras andar y gritar casi dos horas seguidas.
Un día lo atropellaron. Caminaba por el arcén muy pegado a la línea blanca y un coche lo arrolló casi treinta metros. Lo tuvieron que recoger por trozos. Hubo un pie y un par de dedos que no encontraron. Una masacre cebada en un solo hombre.
Muy trágico... muy triste. Una muerte muy sucia...
Pero cómo es la gente... que nadie cuenta que la muerte lo pilló cantando.
Ahora en serio...
murió cantando.
murió cantando.
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