martes, 28 de agosto de 2012

Alma negra, droga y espíritu gitano


Buenos días por la mañana! Hoy hace un sol de justicia... buen día para ir a la playa.


Era una mañana cálida y lluviosa de verano y yo iba buscando mi medio.
Subía por la cuesta que llevaba a las cuevas donde viven los gitanos, cuando en lo más alto de la cuesta, junto a la fuente que hay cerca del castillo donde viven los morenos, jugaban unos niños y unas niñas más chicas, todos ellos familia. Eran cinco primos y hermanos, cinco niños gitanos jugando, descubriendo y tocando todo con sus manos.

No puedo dejar de mirarlos cuando de todos, la más chica, saca a la madre que lleva ya en sus adentros y con un chillío que levantó pájaros y ropa tendía, sentó a los demás alrededor de la fuente a comer cuando el sol dio las dos.
La niña, que ahora es la madre, trae entre manos un oxidado cazo rojo, sin mango y vacío de comida. Aun así, todos se sientan alrededor de la improvisada mesa y siguen el cazo con sus ojos grandes como soles, asomando la lengua por el hueco de entre los dientes.

La niña que traía la cazuela llena de agua y piedras es la hija de María Dolores la gitana, la que vive en una cueva del Realenco con don Juan de los Olivos. Y los niños, que así es como aprenden, jugaban en la calle a lo que veían en casa.

El niño más castaño, que jugaba a ser su padre, rebelde como la cuerda verde de su pelo se subleva y pega un golpe tan fuerte en la mesa que hasta los platos los pone de vuelta:
- ¡Que yo no como piedras te digo, Dolores! Ahora mismo subo pa'l castillo y busco al negro. Le voy a quitar de un tiro todo el peso del alma, a ver si vuela.

Dolores llora, y ni los abrazos del niño chico la consuela. Dolores conoce a su marido, don Juan de los Olivos, y el último que jugó con su droga y la comida de su mesa terminó durmiendo bajo el árbol de su apellido, boca arriba y arropado por campanillas rosas y blancas.
Don Juan coge el mantel y se lo echa a la cabeza, y el hijo mayor, que de mayor quiere ser como él, coge el palo del abuelo y la escopeta conejera del padre y vas tras él.  Empujando a la Dolores que llora, salen del agujero y escondidos en la luz de la noche suben los dos por la cuesta del castillo. Padre e hijo esperan como dos plumudos cuervos mensajeros cerca de la puerta del moreno.

A la hora en la que los chicos de dinero y ojos rojos y asiáticos vuelven a casa, el moreno hizo su última venta y volvió al castillo. Allí se encontró con los dos gitanos. Sin mediar palabra y en la puerta de su casa, el hijo le dio fusta en la cabeza y en el cuerpo. El padre dio puso el punto y final abriéndole dos humeantes nacimientos en las tripas y en el pecho.

Nasham, ahora huérfano, que lo vio todo por la ventana escondido en su cuarto, se metió debajo de su ardiente manta africana, y lloró y juró en silencio: si el gitano se llevó a su padre, él se llevará a su hijo.

A la mañana siguiente las nubes no dejaron asomar al sol, y Nasham aquella mañana lluviosa de verano reclama lo que le deben los morenos: pide un alma gitana.

                                                         *********************

Entonces, de repente, otro chillío de niño me sacó de aquel juego de papás y mamás y me trajo de nuevo a lo alto de la cuesta cerca del castillo, junto a la fuente. Era Nasham, y bajaba corriendo por la cuesta llorando y maldiciendo en su lengua.
Llegó a la fuente, y los cinco niños, que ya algo sospechaban, retrocedieron y se quedaron como santos esculpidos en la fuente ante la negra figura, que avanzaba decidida con dolor y cegada rabia.
Sin decir nada, sacó el cuchillo con marcas marrones en la hoja que guardaba su padre, y tres veces lo clavó en el pecho al niño más mayor, al hijo mayor de don Juan de los Olivos mientras los demás niños miraban a su hermano, que pedía perdón a Dios en silencio.

Yo me quedé inmóvil, como un pájaro de mármol.
Mientras, aparecía un niño fantasma: moría un alma gitana, un espíritu felino lleno de gracia que se liberaba de su cuerpo que flotaba liviano, y enrojecía con su dolor el agua fresca que por la fuente, venía de la sierra.

La venganza es el plato
de las almas débiles.
(Parra)

viernes, 24 de agosto de 2012

Salvador Dalí y las mariposas


*****


*****


 *****


*****


*****



Si te reencarnas en carne 
vuelve a reencarnarte en tí, 
que andamos justos de genios... 
Salvador Dalí
(Mecano)

martes, 14 de agosto de 2012

Oda al gato

Los animales fueron imperfectos,
largos de cola, tristes de cabeza.
Poco a poco se fueron componiendo,
haciéndose paisaje, adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato, sólo el gato apareció completo y orgulloso:
nació completamente terminado, camina solo y sabe lo que quiere.

 El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato quiere ser sólo gato
y todo gato es gato desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.

 No hay unidad como él,
no tienen la luna ni la flor tal contextura: es una sola cosa como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno firme y sutil
es como la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos dejaron una sola ranura
para echar las monedas de la noche.

 Oh pequeño emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón,
nupcial sultán del cielo de las tejas eróticas,
el viento del amor en la intemperie reclamas cuando pasas
y posas cuatro pies delicados en el suelo,
oliendo,
desconfiando de todo lo terrestre,
porque todo es inmundo para el inmaculado pie del gato.

(...)

Tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios,
tíos de gatos,
compañeros, colegas,
discípulos o amigos de su gato.

 Yo no.
Yo no suscribo. Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica, el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.

Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.

Tango

Oda al gato
(Pablo Neruda)

jueves, 2 de agosto de 2012

Macetas creativas

Dejo unas fotillos de un puesto callejero de macetas creativas muy guapas en Limoges, Francia.






Las flores crecen hasta en el cielo...
...pa' los amigos que allí tenemos.
(Los Delinqüentes)