A veces, cierro los ojos y me llegan colores, sonidos, sensaciones y olores...
Doy las gracias a esa persona que en su día me enseñó lo preciado del aroma humano.
*************
-Abre la puerta, Ignatius. ¡Aquí huele a demonios!
- Bueno, ¿qué esperas? El cuerpo humano, cuando está confinado, emite ciertos aromas que tendemos a olvidar en esta época de desodorantes y otras perversiones. A mí, en realidad, el aroma de esta habitación me resulta bastante confortable.
Ignatius,
La conjura de los necios
*************
Me niego a aromatizarme...
Y tus sobacos ¿a qué huelen?
Y tus sobacos ¿a qué huelen?
(Parra)