lunes, 3 de septiembre de 2012

Olores vetados


A veces, cierro los ojos y me llegan colores, sonidos, sensaciones y olores...
Doy las gracias a esa persona que en su día me enseñó lo preciado del aroma humano.




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 -Abre la puerta, Ignatius. ¡Aquí huele a demonios!
- Bueno, ¿qué esperas? El cuerpo humano, cuando está confinado, emite ciertos aromas que tendemos a olvidar en esta época de desodorantes y otras perversiones. A mí, en realidad, el aroma de esta habitación me resulta bastante confortable. 
 Ignatius,
La conjura de los necios
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Me niego a aromatizarme...
Y tus sobacos ¿a qué huelen?


(Parra)